620 kilómetros separan Madrid de la ciudad condal, siempre y cuando no decidas recorrer las urbanizaciones salpicadas por solares abandonados en las afueras de Zaragoza en busca de una gasolinera a buen precio. Aún así, en poco más de cinco horas y habiendo cruzado el leridano meridiano de Greenwich, llegamos a Barcelona o, mejor dicho, a su vecino "pequeño hospital"... ¡tranquilidad! No nos ha pasado nada, es que es lo que significa la ciudad donde dormiremos: L'Hospitalet de Llobregat. Se trata sólo de una parada técnica para descansar y reanudar el camino, así que hemos reservado noche en el EasyHotel Fira... y lo que se dice "easy" no es, porque el aparcamiento subterráneo es apto sólo para Michael Knight, subir por las escaleras parece un escape-room y en la habitación aprender los interruptores convierte la estancia en una sorda rave.
Tras una noche en la que las lucecitas del detector de humos, el stand-by de la tele, la señalización de salida y otras luces varias me han estado vigilando mientras pasaba frío y calor a la vez, el despertador nos recuerda que tenemos que reanudar el camino. Si ayer cruzábamos el meridiano ahora cruzamos el paralelo, la Avinguda del Paralel, para abandonar la capital catalana rumbo a la frontera con Francia. Y voi-là, en menos de hora y media nos saluda el letrero estrellado de "FRANCE", los mensajes de roaming en el móvil y... ¡¡el primer peaje galo!!
Estamos en la "nueva antigua" región recompuesta de Occitania, donde vemos pasar ciudades que iremos visitando cuando hagamos el recorrido en el sentido inverso. Mientras Pablo repara en que las carreteras no tienen en los laterales bandas sonoras, yo opto por sí ponerle banda sonora, pero al viaje, sintonizando la emisora NRJ que me encanta y así ir acostumbrando el oído a ese idioma un tanto gangoso que carece del sonido "erre".
Qué bonita es la costa mediterránea francesa... ¡¡cuando consigamos verla!! Pensábamos que el mar iba a estar presente durante el viaje, y resulta que desde Barcelona el único agua que hemos visto está embotellada. Lo que sí que se ven son coches por todos los lados... siendo sábado por la mañana, y con una crisis sanitaria mundial, nos sorprende el intenso tráfico, con frecuentes tramos kilométricos llenos de coches, generalmente en sentido contrario. Estando en Francia esto huele a ¡¡manifestación encubierta!!
Hacemos un descanso en un Inter-marché para repostar y aprovechamos para comer algo; en concreto un salmorejo cordobés y una empanada gallega... comprados en el Mercadona de Vicálvaro, claro. Y con fuerzas renovadas, llegamos a la región de la PACA. No, no se trata de los dominios de ninguna "Francisca", sino a la abreviatura de la región Provenza-Alpes-Costa-Azul. Durante el viaje, descubrimos el gran motor de la economía francesa... ¿los perfumes? ¿la alta costura? ¿el queso brie? ¡¡No!! ¡¡Los peajes!! Tenemos ya un buen fajo de tickets que parece hemos empezado a coleccionar como cromos.
A eso de las tres de la tarde completamos los 1.260 km de asfalto que unen Madrid con la capital de la PACA... ¡¡estamos en Niza!! Éste será durante tres días nuestro campamento base para visitar la ciudad y sus alrededores. Hemos alquilado un apartamento y quedamos con el propietario, quién nos da las instrucciones pertinentes en un perfecto francés con tono africano que curiosamente consigo comprender casi por completo.
Hace calor... mucho calor. Y hay humedad... mucha humedad. Pensábamos que el glamour de esta zona se debería a un clima suave y agradable... pero aquí un vestido de Gucci acaba igual de sudado que si paseas por una huerta murciana. Esperando que el sudor no se vea en las fotos, nos lanzamos a conocer un poco de la ciudad, aunque hoy sólo se trate de una primera aproximación.
Sin saber muy bien dónde estaba ubicada, nos sorprende de camino al centro la Tête Carrée... ¿una escultura? ¡No! Se trata de la parte administrativa de la Biblioteca Municipal. Ahí dentro sí que deben de tener pensamientos cuadriculados.
Pasear por Niza te confunde... hay momentos en los que no sabes si estás en Italia o en Francia, y necesitas hacer un pequeño esfuerzo para reubicarte. La arquitectura y la disposición de la ciudad te transportan al país vecino, algo normal dado que esta ciudad perteneció hasta el siglo XIX a Italia. Sin embargo, la tranquilidad y educación de sus paseantes te recuerdan que, efectivamente, estás en el país mediterráneo "menos mediterráneo".
En este primer contacto de hoy hemos podido comprobar que no es oro todo lo que reluce: en muy poco tiempo hemos visto coches Porsche y Corvette, gente con Louis Vuitton y Prada, e incluso algún bar de ostras; sin embargo, hemos visto a más de un chungo fardar acelerando el descapotable, alguno combinando una bandolera Gucci con chanclas de playa y, lo peor de todo... ¡¡playa de piedras!! ¿¿En seriooooo?? Ahora lo entiendo todo... si te haces un esguince, mejor caer con estilo con el Prada en el brazo, para que luego te lleven acelerando en el Ferrari... ¡¡al hospital más cercano!!
Como aquí anochece antes, nos retiramos a eso de las ocho. Nos ha gustado mucho lo que hemos visto y mañana haremos un recorrido en condiciones. ¿Conseguirá Niza que nos enamoremos de ella como dicta uno de sus letreros gigantes?
Yo tengo un recuerdo precioso de Niza....pero claro que habrá cambiado. Me encantan los sombreros que os habeis agenciado, estais muy guapos....Playas de piedra...qué poco glamour jajjaja, espero que lo esteis pasando bien con.el calorcito...adoro leeros, es como ir con vosotros....un besazo a los 2!!
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