Durante la noche, alguien me ha cambiado la pierna por la de una señora mayor con mala circulación, eso o tengo un codillo pegado al pie... definitivamente, se me ha hinchado el tobillo. Viendo que Chiquito de la Calzada me adelantaría yendo de la cama al baño, sigo el sabio consejo de Pablo y consultamos por teléfono a un médico del seguro privado, quién me dice tajantemente que es mejor que vaya a un hospital porque hay que valorarlo. Ayer Pablo ya había consultado una lista de hospitales por si acaso; así que elegimos el que mejor pinta tiene, que casualmente es mi "tocayé"... el Hôpital privé Saint-Joseph en Marsella.
De camino al centro médico, hago una clase exprés de vocabulario en francés, ya que debí faltar el día que nos enseñaron los términos 'tobillo' e 'hinchar'. Una vez en urgencias, entre inglés y francés, explico en recepción lo ocurrido... pero, como siempre, el idioma que se entiende es el del dinero, porque inicialmente nos quieren derivar a la sanidad pública... pero al decirle que pagamos y luego nuestro seguro médico nos lo reembolsa, se quedan más tranquilas. En el triaje, la doctora habla inglés bastante bien, así que optamos por expresarnos en ese idioma; después, la enfermera me lleva a la cabina, y en inglés me dice que me van a hacer una radiografía. El celador, habla algo de español, y se queda asombrado de que le hable en francés (y yo de que me entienda). El radiografista resulta que chapurrea el castellano, y, de vuelta en la cabina, descubro que la enfermera también sabe castellano porque su padre, o mejor dicho, su aita, es de Pamplona. Después de explicarle en francés a la médico que me explora lo que me ha ocurrido, la enfermera le dice que hablo castellano... así que ésta también se me pone a hablar en un español básico pero fluido. ¿¿Pero esto es un hospital o una escuela de idiomas??
Pero volvamos a lo importante... el estado de mi tobillo izquierdo. Diagnóstico, 'un entorse' ('un esguince' en francés suena también más elegante). La médico me dice que todo está bien, que tome paracetamol tres veces al día y que ande siempre que no me duela. Y después, salgo a cuatro patas de urgencias... porque me han endosado un par de muletas. Con el informe y la factura en la mano, nos vamos con la tranquilidad de que no es algo grave, aunque resulte engorroso para disfrutar de las vacaciones, porque a partir de ahora tengo una cosa más en la lista de cosas a desprenderme para las fotos: las muletas, la mascarilla, las gafas, la mochila... ¡¡soy Mister Potato!!
La visita a urgencias nos ha llevado algo más de dos horas, así que reduciremos las visitas que teníamos planeadas para hoy: nos limitaremos a las localidades Aix-en-Provence y Salon-de-Provence. Al llegar a la primera, empieza una lluvia ligera, lo cual es de agradecer ya que estos últimos días hemos pasado bastante calor. Mientras me acostumbro a andar con las muletas, que es más difícil de lo que parece, empezamos a recorrer sus calles.
El primer lugar que visitamos es la Biblioteca Municipal, que se aloja en una antigua fábrica de fósforos. Lo peculiar de este edificio es que en la entrada hay unos libros gigantes, y este tipo de fricadas nos encantan.
Aix-en-Provence es la ciudad donde nació y murió el pintor posimpresionista Paul Cézanne, y por la parte histórica de la ciudad hay unas chapas doradas en el suelo para hacer un recorrido que conecta lugares relacionados con su vida. Sin embargo, lo que nos llama la atención es que en varias calles el escalón entre el arcén y la calzada es muy alto... y no comprendemos por qué... ¿será porque puede haber inundaciones? Es un misterio por resolver.
Aix es una de esas localidades que, en realidad, no tienen nada que las haga destacar en las demás. Pero, sin embargo, tienen un algo que las hace muy atractivas: al ser universitaria, es una ciudad muy animada; además, el centro histórico es peatonal, con bonitos edificios e interesantes tiendas. Simplemente venir a darse un paseo es toda una experiencia.
Por destacar, destacaremos el edificio del ayuntamiento con la anexa torre del reloj. El buen observador habrá notado que en varias fotos del viaje está la bandera "catalana" en los edificios oficiales. En realidad, es la bandera de la Corona de Aragón, ya que toda la costa mediterránea francesa perteneció, aunque no por muchos años, a dicho reino. De ahí, que muchas banderas lleven las barras amarillas y rojas.
Y ya es hora de pasar a Salon... a Salon-de-Provence, me refiero. Como Aix, es otra de esas ciudades que merece la pena visitar aunque sea sólo para dar un paseo. Esta ciudad, hermanada con Aranda de Duero, tiene muchos rincones para ver, y el que más nos gusta es la puerta del reloj. En España los relojes suelen estar en los ayuntamientos y en las iglesias; pero en Francia hemos visto en ciudades como Burdeos, Toulouse o Rouen, puertas con preciosos relojes.
Y si Cézanne era el "famoso" de Aix, en Salon el "famoso" es Nostradamus. El médico y profeta francés vivió y murió en esta localidad, y su casa es ahora un museo. Por lo que leemos, parece que predijo muchas cosas que posteriormente ocurrieron, pero son muchas las voces que dicen que carecía de precisión y que todo depende de la interpretación que se haga.
Dominando la ciudad se encuentra el Castillo del Imperio, que es uno de los más grandes de la Provenza. Para cuando llegamos ya está cerrado, porque aquí cierran todo prontísimo... y ni les des diez minutos de margen, porque a la hora marcada cierran rigurosamente.
Y el día ya no da para mucho más... que, por otro lado, teniendo en cuenta que no estoy para hacer un Ironman, no ha ido ni tan mal. Ahora, a poner la patita en alto y a descansar.
A ti no hay quien te pare jajaja, un viaje precioso.
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