18 sept 2025
Montaña de Colores y Valle Rojo
17 sept 2025
Machu Picchu
Para llegar a Machu Picchu puedes coger un tren en Cuzco que cuesta más que una semana con todo incluido en el Ritz, un precio totalmente desorbitado para el nivel de vida del país. Después, puedes coger un autobús que te lleva a la entrada del santuario, que también está bastante inflado, pero que vemos cómo mucha gente coge. Nosotros, sin embargo, hemos optado por hacer el Salkantay Trek, una caminata de 75 kilómetros que nos ha llevado desde montañas nevadas hasta valles selváticos por donde discurren ríos con las fuerzas de sus aguas. Pero este peregrinaje aún no ha terminado: toca subir hasta el santuario y lo haremos, por supuesto, andando.
El calor, la pendiente, el polvo, la contaminación de los autobuses, ... nada nos puede parar porque no tendría sentido rendirse ahora. Pero llegamos a la entrada, sudados y cansados, para ponernos en una cola en la que hay mucho Livingstone de autobús y de "pues yo he descansado bien". Pero si algo estamos aprendiendo en este viaje es que somos capaces de sacar fuerzas de cualquier lado, incluso para discutir a las siete de la mañana. Resulta que en la cola de acceso una mujer se ofrece para hacernos de guía y le respondo "es que me gasté todo el dinero con el precio de la entrada"... y empieza la movida. Para ella es normal que hayamos pagado más de cincuenta euros en la entrada, que el tren venga con hipoteca y que hasta para mear haya que pagar. Y es que, por lo que llevamos de viaje, hemos llegado a la conclusión de que se han quedado con la parte moderna del turismo: el TPV; es como si no entendieran que por muy Machu Picchu que sea, tienes que tener una carretera en buenas condiciones, servicios, información, limpieza, ... no se puede presentar el diamante embarrado.
Nos juntamos con Javier y entramos al recinto. Los tres habíamos adquirido el mismo tipo de entrada... ¡Porque hay unas doce diferentes! Que si en la que ves la foto típica, que si la que ves la foto de la terraza de abajo, que si... ¡tuvimos que buscar un tutorial de YouTube para entenderlo! Así que al final, un poco desesperados, cogimos la más cara (que por algo sería) y que incluye subir al monte que está detrás del recinto, el que aparece en todas las fotos.
Se supone que tienes que seguir el recorrido de las flechas del color de tu entrada, en nuestro caso el amarillo. Pero no está del todo bien organizado porque en algún momento terminamos haciendo algún círculo. Por supuesto, no existe ningún panel informativo que te explique qué es cada estancia... para que cojas un guía o no te enteres de nada si no has hecho los deberes en casa.
Este monumento es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, además, una de las siete maravillas del mundo moderno. La verdad es que es emocionante recorrer los diferentes edificios incas, pero es el entorno el que realmente realza estas ruinas que en plano no serían tan icónicas.
La subida al Wayna Picchu es la prueba final: escaleras angostas y empinadas, mucho calor y mucha gente, lo convierten en un nuevo reto. Pero lo conseguimos de nuevo y, a pesar del esfuerzo, coronamos el monte para tener una visión diferente a la habitual.
Después de disfrutar de esta joya, va siendo hora de desandar el camino: tenemos que llegar hasta Hidroeléctrica para coger el bus que nos devolverá hasta Cuzco y, dado el caos originado por la huelga de trenes, perder ese bus nos pondría en un serio aprieto. Así que nos despedimos de Javier, deseándole un feliz viaje y descendemos hasta la estación de tren.
Los manifestantes están en su momento álgido contra Consettur, debido a la presencia de las cámaras. Pablo se ofrece a ser entrevistado por la RPP, donde sintetiza algunas de las ideas que hemos ido gestando durante el viaje: no se puede cobrar esos precios y luego, encima, dar ese servicio (o no darlo); cuenta resumidamente nuestra experiencia, mientras yo grabo la grabación y observó que al periodista se lo está dejando todo mascadito. Ya hemos salido en la tele japonesa, Antena 3, La Sexta, TVE Extremadura, canaria, peruana, ... ¿Nos habremos equivocado de profesión? ¡La cámara nos quiere!
Después del minuto de gloria toca volver a la realidad de tener que andar dos horas por las vías del tren. Llegamos a Hidroeléctrica donde mendigamos algo de comida, debido a que está todo lo cocinable agotado. Y después, cuando ya parecía todo fácil y sencillo, descubrimos que el aparcamiento de nuestro autobús está diez minutos andando más allá. Es todo un poco caótico: hay que buscar el bus y luego que el conductor "cante" tu nombre... ¡Qué rústico! ¡Y qué lento todo! El conductor aún no ha comido, y eso es más importante que salir puntual.
El servicio Platinum deja mucho que desear: salimos con media hora de retraso, la conducción es algo temeraria, la carretera està en obras, ... Acabamos tardando seis horas en llegar a Cuzco, donde dan ganas de besar el suelo. Hace mucho frío, así que, cenamos algo y decidimos no ir al cajero y confiar en que los soles que tenemos nos lleguen para pagar los gastos de mañana. Pero es que no podemos más, estamos exhaustos.
Entramos al hotel donde hace cinco días dejamos las maletas, el okupotel. Tenemos solo cinco horas para dormir, así que decidimos ducharnos antes de dormir. ¡Y que gusto da poder afeitarse! Pablo está dentro de la ducha esperando a que salga agua caliente, que no termina de llegar. Bajo a recepción y me llevo una explicación de cómo funciona el agua caliente... claro, como vengo del futuro donde existen grifos termostáticos, no sé si seré capaz de coordinar una mano para la llave del agua caliente y la otra para la fría. Como sigue sin salir, vuelvo a bajar, y está vez que van a comprobar no-sé-qué; efectivamente ese algo estaba bajado y en 15 minutos ya debería haber. Tras una hora perdida pensamos que tienen termos y que esperaremos a levantarnos para probar suerte... pero al meternos en la cama oímos un sonido repetitivo como de una bomba de presión. Y así vuelvo a calzarme las botas y bajo a recepción... ¡Como una bomba de presión! Les digo con educación y furia que no puede ser que en un hotel no haya agua caliente y que no se pueda dormir porque hay ruidos... ¡Que busque una solución y que hable con su jefe para un reembolso completo! El día de hoy termina en otra habitación, duchándonos con agua caliente y con el precio del hotel devuelto en efectivo. ¡Menos mal que ni fuimos al cajero!
16 sept 2025
Salkantay Trek: Aguas Calientes
"Escándalo, es un escándalo..." canturreo. "¡Ah! ¿No dijiste Sal-y-canta-ahí?" Creo que estos días nos están poniendo al limite y la ruta Salkantay está empezando a hacer bola. Si estos días he estado yo malo, ahora es Pablo el que lo está; y lo peor de todo es que ha empezado a reciclar y secar kleenex, porque en algún momento perdimos el rollo de papel que compramos y ahora parece que hacemos contrabando de la celulosa a tres capas. Ayer ya me despojó de todo mi arsenal de pañuelos usados, pero guardo una última servilleta en el fondo del bolsillo cual tesoro.
Desayunamos con Javier y los tortolitos neerlan-neoyorquinos, degustando chocolate natural, café natural y guacamole casero; tampoco faltan los huevos revueltos que parecen ser un imprescindible de la primera comida peruana. Escuchamos también las recomendaciones que nos da Fredie para continuar la ruta... y presenciando atónitos cómo despliega unas cuantas figuras hechas con cuernos de vaca que hace su primo que está en la cárcel. ¡Con lo bien que había ido todo, sin intentar vendernos nada adicional!
La verdad es que el alojamiento de Esther y Fredie ha estado muy bien y nos despedimos de él con un abrazo. Como ya no esperamos tener que abrigarnos mucho, Pablo le regala una sudadera naranja que iba a tirar... que iba a tirar en no sé cuántos viajes ya; pero éste es el sitio elegido, ya que, aparte de un tema económico, puede resultar un tema de oportunidad, porque a saber hasta dónde tienen que ir si quieren comprar ropa.
Comenzamos a caminar casi donde lo dejamos ayer aunque para empezar el día no es lo más agradable tener que hacer un ascenso de dos horas. Estamos ya en la selva y hace más calor y humedad. Los paisajes son similares pero cada vez se van viendo plantas con hojas más y más grandes.
Llegamos a unas ruinas incas desde de donde se divisa ya Machu Picchu. ¡Nuestro primer contacto visual! ¡Ya falta menos! Pero no estamos solos, ya que llegan pequeños grupos organizados que vienen a robarnos la espiritualidad del momento. "Machu Picchu! Naistumitchu! Teikapikchur!" Ay si Atahualpa levantara la cabeza... Y cuando paramos a mear ¡Par de pichus!
Pablo está cada vez peor y, aunque es todo muy bonito, estamos teniendo una sobredosis de caminata. Pero, ¿qué lejos han puesto todo esto no? Y encima no hay caballos con ojos azules, sólo estándar. Pero al final, tras ya no sé cuántas horas caminando, llegamos a Hidroeléctrica. ¿Cómo definirlo? Se supone que es una estación del tren que hace el trayecto de Cuzco a Aguas Calientes... pero parece más bien un conjunto de vías llenas de gente con puestos de comida y algunos restaurantes sin cédula de habitabilidad.
A estas alturas del viaje ya no le hacemos ascos a nada, así que subimos a la terraza del restaurante que parece mejor, con menú de unos cuatro euros. Una vez sentados, aparece Javier, que se une a ver qué tal está el combinado de sopa, platos de "fondo" (principal) y chicha morada. Mientras alargamos la comida para poder descansar, Javier nos dice que ha leído en las noticias que hay huelga de trenes. Nuestra intención es hacer el Salkantay completo, es decir, llegar hasta Machu Picchu andando... pero ahora entendemos por qué hay tanta gente andando sin rumbo y ciertos nerviosismo en el ambiente.
Después de comer y despedirnos de Javier, reanudamos la marcha. Por delante tenemos dos horas andando por los laterales de la vía del tren, ya que no hay ni carretera ni camino por el que se pueda llegar hasta Aguas Calientes, sólo el tren o caminando por sus vías.
Esto es The Walking Dead en directo: con las vías sin trenes parece como si el mundo hubiese dejado de funcionar y los transeúntes cargan sus pertenencias como pueden, especialmente en dirección contraria, ya que nuestro destino se ha convertido en una ratonera de la que los turistas intentan salir. Se percibe mucha preocupación, dado que mucha gente tendría organizada su visita a Machu Picchu y luego tenía que volver a Cuzco incluso para coger aviones de regreso. Y donde hay una necesidad, hay una oportunidad de negocio: vemos algunos artilugios rodar por la vía cargando maletas de ruedas y sus propietarios que no fueron muy previsores.
No sé si es más agotador andar por las piedras o por las traviesas del tren pero, tras dos horas interminables, llegamos hasta la estación de Machu Picchu, donde los locales están manifestándose. Preguntamos a algunas mujeres y nos dicen que hay una compañía que se quiere adueñar de la vía; "entonces la culpa es del gobierno por no desalojarlos y hacer un concurso público" les decimos; sin embargo, nos da la sensación de que tienen un pensamiento cortoplacista y que, de alguna forma, sólo se fijan en quién comete el delito y no en quién se lo permite.
Y llegamos a Aguas Calientes... donde hace algo de frío. Es el pueblo base donde se aloja la gente que va a visitar el santuario y que se ha convertido en calles llenas de tiendas de souvenirs y restaurantes con "Happy hour" para turistas. Lo cruzamos y caminamos hasta el hotel, que justo está al final del pueblo. Como sabemos que ha habido muchas cancelaciones, nos tiramos el rollo y pedimos que nos den la mejor habitación por el mismo precio que hemos pagado... ¡Dicho y hecho!
Salimos a cenar como un zombie más, donde probamos suerte en un chifa, es decir, en un chino peruano... Donde lo mejor resulta ser que el gato del local se encapricha en quedarse en mi regazo. Tiene una patita dolorida, pero es relindo como diría un uruguayo. Pero, con los miles de pasos que hemos hecho hoy, el cuerpo nos pide cama. Hay que descansar bien porque mañana toca visitar el plato fuerte peruano: el Santuario Inca de Machu Picchu.