Nos encantan las curiosidades y los récores que baten los lugares que visitamos, y Kiev, como era de esperar, no podía ser menos. En esta ocasión, la peculiaridad consiste en que aquí se encuentra la estación de metro más profunda del mundo: Arsenalna a 105,5 metros bajo tierra. Todas las estaciones que hemos visto hasta el momento tienen un único e interminable tramo de escaleras mecánicas, e inicialmente el de Arsenalna no nos pareció más largo que el del resto; sin embargo, pronto descubrimos que cuenta con dos tramos... y sí, ¡¡se tarda en llegar al andén!! En lo que no se diferencia con el resto es en la cantidad de gente: a todas horas el suburbano está lleno de gente. El metro de Kiev tiene tres líneas y están construyendo una cuarta, y sorprende la frecuencia de trenes ya que es salir un tren y en pocos segundos llegar otro.
Hoy el día es soleado y hace calor. Y, casualidades de la vida, hemos dejado para hoy una de las zonas más bonitas de la ciudad, las colinas de Lavra. Se trata de un espacio verde a la orilla del río Dnipro donde hay algunos de los monumentos y monasterios más bonitos de la ciudad. Comenzamos visitando el monumento a la tumba de Askold, quien gobernaba la ciudad y que fue asesinado por un príncipe de la antigua Kyivska Rus... Los rusos apuntaban ya maneras allá por el año 882.
En el parque de las colinas de Lavra se encuentran otros monumentos y memoriales. Pero sin duda, uno de los lugares más bonitos es el conjunto que forman los dos recintos fortificados del Monasterio de las Cuevas Kyievo-Pecherska de Lavra, que son Patrimonio de la Humanidad. Los edificios restaurados, el verde de las colinas, el azul del río, el gris de las moles soviéticas al otro lado... aunque hay turistas, se respira mucha paz en este lugar. Aquí fue donde hace casi mil años se asentaron los monjes ascetas y antoninos, inicialmente en unas rudimentarias cuevas. Aunque habíamos oído hablar de ellas, no teníamos muy claro en qué consistían, hasta que las encontramos de casualidad.
Se trata de dos laberínticas cuevas de ancho y alto como el de una persona en el que hay cientos de urnas con los cuerpos de los monjes que vivieron allí. Es un lugar realmente impresionante, ya que hay que recorrerlo en penumbra con una vela en la mano, respetando a la gente que besa y toca cada una de las urnas con los cuerpos pequeñitos, y sin tener muy claro cuándo termina el recorrido y sales por una pequeña puertecita. Es, sin duda, uno de los lugares más curiosos donde hemos estado.
Siguiendo hacia el sur, llegamos a uno de los monumentos más controvertidos de la ciudad: el Monumento a la Madre Patria. Se trata una escultura soviética de 102 metros de alto, más grande que la mismísima Estatua de la Libertad. Esta gigantesca estructura de acero inoxidable fue inaugurada en 1981 por el primer ministro soviético, para demostrar el poder el imperio como lo hizo con otras esculturas parecidas. Como lo de "patria" es interpretable, ahora se le quiere dar el sentido de "patria ucraniana", pero sigue teniendo un gigantesco símbolo soviético en el escudo, motivo por el cual muchos ucranianos dicen que hay que derribarla. A nosotros, como no está reñida con nuestras sensibilidades, nos parece muy interesante e intentamos visitarla para subir hasta el escudo. Sin embargo, se ve que la oposición de billetera en estatua soviética se la ganaba aquella mujer con mayor nivel de bordería... porque nos suelta una parrafada en ucraniano y cuando ve que no la entendemos pasa de nosotros. Menos mal que la juventud es más abierta y unos jóvenes nos explican que hay turnos de 45 minutos para poder subir... aunque a ellos tampoco les ha dicho si finalmente se puede o no. Así que, nos quedaremos sin ser el bolo alimenticio de la gran dama de acero.
Al lado de la escultura está el museo de la Gran Guerra Patria, con esculturas brutalistas en las que se ensalza el trabajo y el deber por y para la nación. Como nuestro cirílico ya está en nivel avanzado, leemos sin problema los nombres de las ciudades soviéticas más importantes. Los símbolos de la mesita (П), el marcianito (Д) y el ahorcado (Г), ya no tienen misterios para nosotros.
Como el viernes y el sábado vimos los lugares del centro un poco por encima, decidimos echar la tarde visitando por dentro algunos de esos lugares. Desde el estadio del Olimpiyskiy caminamos hasta la avenida Khreshchatyk, donde descubrimos por qué no hay muchas tiendas: ¡¡están todas en unas galerías subterráneas!! Tiene su sentido, porque en invierno tiene que estar todo nevado. Damos un paseo por la mítica plaza Maydan y luego visitamos la Catedral de Santa Sofía, donde subimos al campanario para disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad. Después visitamos la Puerta Dorada y la Ópera Nacional, dos iconos de la ciudad.
Kiev ha resultado ser una ciudad muy interesante y con mucho potencial turístico. Como capital del este le falta aún muchas cosas por mejorar, como restaurar muchos edificios que están descuidados y reorganizar las calles. Nos ha llamado la atención que no hay un centro muy definido, y que, al salir por cualquier boca de metro parece que estás saliendo a una ciudad diferente, ya que en cada zona hay rascacielos y algo para ver.
Ya no nos da tiempo para más. Hoy toca recoger el coche de alquiler porque mañana a primera hora nos despediremos de la capital para explorar la campiña ucraniana. En trolebús llegamos al aeropuerto Zhuliany, que se encuentra dentro de la ciudad. Aunque es internacional, opera vuelos principalmente domésticos, dado que el aeropuerto de facto es el de Boryspil. La hora de recogida era a las ocho y nos extraña haber llegado diez minutos tarde y que estén ya cerrando. Al de seguridad le decimos que vamos a recoger un coche de alquiler y nos deja pasar a regañadientes. Sin embargo, en el mostrador de Hertz no hay nadie. Preguntamos en el mostrador de información del aeropuerto y nos dicen que no ha habido nadie en todo el día, con lo que comienza nuestro nerviosismo. La chica es muy maja e intenta llamar a la compañía y a los teléfonos que hay en el mostrador... pero nadie responde. Nos conectamos al wifi del aeropuerto para contactar con la agencia minorista... pero todo decide ponerse en nuestra contra y como están cerrando el aeropuerto, nos "invitan a ir a la calle".
Descolocados, y sin posibilidad de hacer nada allí, nos vamos al hotel a ver si hay mejor suerte.
Ya en el hotel utilizamos todos los medios a nuestro alcance para encontrar una solución. Intentamos hablar con la agencia por skype, pero el wifi no tiene fuerza y resulta imposible. Optamos por llamar con el móvil a cinco euros el minuto, para que nos llamen al teléfono de la habitación... y también sin éxito. Hasta que cambiando de planta encontramos un punto con buena señal de wifi y conseguimos hablar con la agencia intermediaria entre nosotros y Hertz. Después de una larga conversación lo único que nos proponen es que hagamos otra reserva y que luego reclamemos. Vamos que, se lavan las manos. Con las vacaciones pendientes de un hilo, intentamos buscar otras posibilidades. La primera opción es buscar otra agencia de alquiler, pero implica un desembolso del que no estamos convencidos. La otra opción es replanificar la ruta y visitar sólo Lviv, ya que sólo llegar hasta allí son seis horas de tren... e implica buscar un hotel allí para varias noches y perder los que ya tenemos pagados en otras localidades. Son casi las dos y media de la mañana y no podemos ya ni pensar con claridad. Ha sido la primera vez que es el proveedor de un servicio y no el cliente quién no se presenta... y este desafortunado suceso deja en jaque toda la preparación del viaje de semanas atrás. ¿Por dónde derivará nuestra aventura ucraniana?
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