5 mar 2017

La costa sur

Lo reconozco... durante la noche me he despertado un par de veces y no he podido evitar la tentación de mirar por la ventana a ver si veía auroras, un cielo estrellado o, aunque sea, un ovni. Pero no ha habido suerte y es como si alzara la vista desde el balcón de Kareaga Behekoa, con un cielo parcialmente nuboso como el del cualquier otro lugar.


Con el despertador enloquecido, empezamos una bonita y ya despejada mañana de domingo. Cargamos el equipaje en el coche y antes de las ocho de la mañana ya estamos recorriendo la nacional uno. Nuestra primera parada es una la cascada Seljalandsfoss, donde dadas las horas esperamos no encontrar ningún turista. Sin embargo, las primeras asiáticas cirujanas ya están cámara en mano retratándose frente a esta hermosa caída de agua de 60 metros de alto. Se puede pasar por detrás de la cascada... pero algo nos dice que lo único que conseguiremos es llevarnos la cascada puesta de ser tan temerarios de intentarlo.


Nuestra segunda parada del día es Skógafoss, una de las cascadas más famosas del país. No gana en altura a la anterior que hemos visto, pero sí en anchura. Habíamos leído que, debido a la caída del agua siempre hay un arco iris y, efectivamente, podemos disfrutar del colorido efecto óptico. Subimos por una escalera por el lateral derecho hasta un mirador desde donde constatamos dos cosas. La primera es que donde estamos estuvo en algún momento la línea de costa y que ahora hasta el mar hay una llanura de 5 km. La segunda es que el gobierno de Islandia multa a los lentos que se salgan del camino indicado, pues en unos letreros pone claramente "Violators will be prosecuted by low". Pero qué pidieron los letreros, ¿por whatsapp?


Este país no es un lugar adonde vengan los turistas en masa, y, sin embargo, los sitios turísticos están bastante concurridos. Lo que ocurre es que casi todos turistas nos vamos encontrando peregrinando por los diferentes atractivos geográficos. Que si las chinas cirujanas, el holandés del objetivo, el coreano del abrigo y hasta unos catalanes majos, osea valencianos. Y cómo no, en la playa negra de Sólheimasandur no faltamos ninguno. Vamos todos en busca de los restos de un avión americano que se estrelló aquí en 1973 debido a que el piloto pensó que no tenía gasolina al usar el depósito equivocado. Algo mágico debe tener el lugar, pues no hubo víctimas.

Y si hablamos de magia, los tres siguientes lugares no nos dejarán indiferentes: Dyrhólaey,
Reynisfjara y Reynisdrangar. Empezamos viendo unos arcos de piedra sobre el mar, subimos al faro para observalos mejor y hacia el otro lado vemos las tres rocas que evocan a tres trolls, esos personajes mitológicos que se convertían en piedra si veían la luz.

El origen volcánico de la arena contrasta con la espuma blanca de las olas del Atlántico. No es la primera playa de lava que vemos, pero sí es la más larga y con mejor perspectiva que hemos observado. En las Islas Canarias hay playas del estilo pero más modestas, claro que a una temperatura considerablemente más agradable que los dos grados negativos a los que estamos.


Si la lava es el resultado más reconocido de los volcanes, las columnas de basalto son las más olvidadas. Estas formaciones adquieren una forma hexagonal que parece más bien tallada por la mano del hombre y, sin embargo, los raros lugares donde aparecen se convierten en lugares de obligada parada para que éste las admire.


Con tanta naturaleza nos ha empezado a apetecer un poco de asfalto, así que nuestra siguiente parada es en Vik, una urbe islandesa de tres calles. Cualquier núcleo urbano que tenga polideportivo, supermercado y gasolinera tiene el rango de capital de comarca.


Como dos personajes de Juego de Tronos, pasamos por paisajes que más bien parecen decorados. En Laufskalavarda vemos un jardín de piedras muy curioso, en una jardín más grande salpicado de mullidos musgos. En Fjaðrárgljúfur vemos la versión congelada de un cañón que ha de ser realmente hermoso en verano. Y en Dverghamrar disfrutamos con una segunda ración de caprichosas columnas basálticas.


El día ha sido largo y va siendo hora de recogernos para celebrar nuestro primer aniversario de casados. Si hace un año estábamos vestidos de gala disfrutando de un suculento menú en un gran restaurante, 365 días después estamos en bañador en una bañera termal rodeados de nieve, al lado de una bonita cabaña de madera donde degustamos un sencillo menú asiático. Pero estamos en Islandia, ¡¡que no es poco!!

1 comentario:

  1. ¡Qué buena manera de celebrar el aniversario! A Pablo le falta un pingüino saliendo por detrás de la bañera, jaja. Se os envidia pero se os quiere igual ;)

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