Cada día que el gato zombie suena para despertarnos porque hay que ir a trabajar, siempre deseamos que lleguen las vacaciones para no tener que madrugar. Sin embargo, es llegar el primer día de vacaciones y a las cinco de la mañana ya estamos sin poder dormir y con ganas de que todo comience. Con la nevera ya limpia, la cama con edredón para la vuelta y la ropa planchada, hacemos un poco de tiempo viendo las noticias, nos preparamos y salimos de casa con la mochila a la espalda.
Antes de dirigirnos al aeropuerto, entramos en el AhorraMás para comprar víveres para el vuelo y hacer lo que esa cadena de supermercados propone con su nombre: nada de pagar Pringels a precio de caviar, ni de tomarse una Coca-cola tamaño especial para aviones a precio de Moët & Chandon. Para llegar al aeropuerto, pasamos por lo que en su momento bautizamos como el Puente de los Vampiros, una zona fuera de la terminal donde siempre se amontonaban los taxistas ávidos de turistas para pasearlos varias veces por las autovías concéntricas de la capital. Sin embargo, la zona ahora está totalmente desolada: con la pandemia los flujos de viajeros se han reducido drásticamente, y los vuelos pensamos que no son ni una quinta parte de lo que eran antes del Covid.
Ya en la terminal, pasamos el control de seguridad y luego el de policía: Bulgaria, aunque es de la UE y se puede ir con el DNI, no está en el espacio Schengen, así que hay que pasar un control de identificación. Después, nos dirigimos a la puerta de embarque: Sofía a las 12:15, puerta B26. Aunque en las pantallas aún no aparece, en Internet sí, así que somos los primeros en llegar. Sentados, empezamos a ver una muestra de lo que nos espera: señores con tripita, señoras con pendientes de aro y falda pantalón, algún joven con chándal y alguna nota discordante de chicas demasiado arregladas sobreactuadas. Pero, sin duda, lo que más nos llama la atención es un hombre que va en silla de ruedas... ¿por su gordura? ¿porque lleva zapatillas de casa? ¡¡No!! Es porque lleva una banqueta. Sí, en su regazo lleva una banqueta algo destartalada... ¿y eso entra en el artilugio inquisitorio estrangula-maletas que Ryanair muestra amenazante en la puerta de embarque?Ay, Ryanair... nos has pillado desentrenados. Hacía años que no calentábamos tus asientos y por algo era, aunque hemos vuelto a caer en la trampa. Ayer, para facturar online ya tuvimos el primer déjà-vu: páginas donde cobrarte la selección de asiento, equipaje extra, comida abordo, seguro de viaje, hotel, coche de alquiler, ... es el Amazon de los cielos, tiene de todo. Y hoy estamos otra vez con situaciones que teníamos olvidadas: tensión por las medidas del equipaje, control de documentación en el que te dan un papelito (que no termina sirviendo para nada), gente agolpada en la fila, caótico embarque, y luego, ya en el aire... constantes mensajes que te perforan los oídos con un innecesario conteo de la gran variedad de productos de la carta y después con todos los perfumes a precio muy inferior a los de los "aeropuertos europeos". ¿Ryanair? ¡¡LLoran-air!! Lo bueno es que aquí siempre hay espectáculo: la madre e hija que se arrancan las bolsas del duty-free la una a la otra, el hombre tocón que pregunta sobre el aeropuerto de Sofía a una azafata, el fashion-victim que abre repetidamente el compartimento superior, ... y en general, esa incontinencia que hace desfilar al pasaje a los dos baños traseros. Y de postre, algo que creíamos extinguido: aplausos al aterrizar. ¡¡Hemos adelantado los relojes una hora pero hemos retrocedido varias décadas!!
Ya en la terminal del aeropuerto de Sofía, llegamos al control de policía y hay una cola interminable. Sin embargo, el control de pasaportes automático está totalmente vacío. ¿Probamos? Pues dicho y hecho, ante el asombro de muchos y con la posterior imitación de otros, pasamos tan campantes y en un periquete hemos cumplido con la autoridad fronteriza. Y ahora, toca un paso extra: el control sanitario. Unas mujeres piden el pasaporte Covid y el resultado de la PCR; la que me toca, al hablarle en inglés y soltarle cinco folios, se queda un poco aturdida, a lo que reacciono señalándole en una hoja y diciéndola "negative, negative". Hace como que mira y por no colapsar me indica que pase... la próxima vez le traigo una declaración de la renta, que eso sí que acojona.
La siguiente prueba de la gymkana es recoger el coche de alquiler, donde siempre suele haber tensión por los miedos impuestos por no coger el super-mega-archi-seguro... y que cuando te niegas te miran con esa cara de "tú verás". Pero esta vez venimos con él ya incorporado, pues era obligatorio para poder llevar el coche a otros países. En la ventanilla, nos sorprenden dos cosas: la primera, que el hombre habla español bastante bien; la segunda, que para coger el coche hay que firmar más papeles que para adquirir una hipoteca. Yo creo que esto incluía un apartamento con vistas al mar en Burgas, porque si no, no me lo explico. Supongo que todo será porque aquí nadie so-fía...
Y por fin, ya estamos en carretera. Tras unos minutos dejando atrás la nueva terminal de Sofía, pasamos a cruzar la Cañada Real búlgara: no han pasado ni diez minutos y ya hemos visto la primera gallina en libertad. Unos kilómetros más adelante, vemos a un señor andando por el arcén de la autovía; y algunos más después, una señora cruzando ambos sentidos de una autopista. Y, sin aún haber abandonado las circunvalaciones de la capital, unos cuantos puestos de fruta y verdura. Bueno, tampoco veníamos a Noruega, ¿no?
Las carreteras están realmente bien, está todo muy verde, rodeado de montes, todo muy bien cuidado, y radares de velocidad... como te despistes puedes pensar que estás llegando a Castro. Eso sí, el precio de la gasolina no tiene nada que ver, ya que el litro está en torno a 1,15 euros. Y menos mal, porque muchos van a ser los kilómetros a recorrer. De hecho, hoy mismo nos hacemos unos 90 km hasta Kyustendil, donde pasaremos nuestra primera noche. Al llegar, observamos que absolutamente nadie lleva mascarilla, pero tampoco nos miran raro por llevarla. La ciudad está un poco destartalada, así que nuestras expectativas de cómo estará el hotel van menguando... rozando el nivel de hotel venido amenos, como un Granier que ya no es Granier. Pero no podíamos estar más equivocados: aunque es pequeño, descubrimos que tiene un patio con piscina y que nos han dado la mejor habitación que realmente es un estudio.
Como estamos muy al este, anochece antes. No son ni las ocho y ya casi es de noche... así que, damos un paseo por el centro y descubrimos una calle peatonal con restaurantes y terrazas muy agradable. Hay mucha gente, pero todo resulta muy calmado: la gente charla tranquilamente sin armar ruido, toman helados, beben cerveza o café... Se ve que, es el plan del viernes por la noche, salir a cenar en pareja, con la familia o amigos. De hecho, nos cuesta encontrar un sitio donde cenar, porque en algunos sitios lo tienen todo reservado. Y, cuando ya encontramos un sitio muy chulo... ¡¡a descifrar la carta!! Porque claro, ya no es sólo que no esté en inglés sino que, encima, está en cirílico. Como esto ya lo tenemos superado, hemos venido preparados y aliados con la tecnología conseguimos pedir unos cuantos platos y un par de cervezas. ¡¡Y por unos seis euros hemos cenado como unos señores con música en español de fondo!!
Hoy ha sido uno de esos días en los que muchas cosas podían haber salido mal. Sin embargo, todo ha ido rodado. Además, nos ha servido de primer contacto, ya que debido a la pandemia, hacía dos años que no íbamos a un país donde hablasen guachi-guachi del bueno. Pero está demostrado que no hemos perdido nuestras destrezas viajeras y que volvemos a estar engrasados... Mañana nos espera el único país que da hambre... ¡¡Macedonia!!
Que bien me lo pasé leyendo vuestra primer aventura!
ResponderEliminarAcabaremos hablando guachi guachi....tiene buena pinta este viaje, pasadlo bien!!
ResponderEliminarMadre mía, me encanta el vocabulario 🤣. Voy a tomar vuestro blog como exemplo del buen español. Excelente relato, estoy enganchada 😀.felices vacaciones pareja (no me atrevo al del grupo de WhatsApp:d).Marisa y Marco
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