Un año después... ¡¡toca reactivar el blog!! Siguiendo nuestras tradiciones estivales, nos cogemos vacaciones una vez más con el mes de septiembre casi ya empezado. Después de un verano regado de pandemia-TV, de qué-cara-está-la-luz-TV y de qué-calor-hace-TV, toca olvidarse del día a día, evadirse por otros países y cambiar de caras (o mascarillas).
En esta ocasión visitaremos el país con el nombre más nuevo de Europa, un país en el que no tenemos embajada, el país con más coches Mercedes por habitante de todo el mundo y un país en el que para decir 'Sí' hay que decir 'No'. Todos ellos forman parte de nuevos fascículos de nuestra colección de 'visite usted los retazos del extinto Sublime Imperio Otomano'. Sí, ¡¡nos vamos al corazón de los Balcanes!!
Volaremos a Bulgaria, ya que la conexión con Sofía era la única directa con la zona, y después de hacer noche entraremos en la República de Macedonia del Norte. Sí, ése es el nuevo y largo nombre del país desde febrero de 2019, aunque en nuestros corazoncitos se siga llamando FYROM o ARYM... la primera impresión es la que queda, ¿no? Visitaremos monasterios, haremos kayak en Matka y visitaremos su escultórica capital.
Después, pasaremos un par de días en Kosovo, cuya independencia no está reconocida por España y donde estaremos muito obrigados a la Embajada de Portugal en caso de que necesitáramos ayuda. Más monasterios nos aguardan, además de la capital Pristina y la convulsa Mitrovica. Y sí... ¡¡a todos los efectos contará como un país más visitado!!
Albania, el país más pobre del viejo continente nos recibirá después con sus carreteras abiertas... abiertas de boquetes, porque hasta la guía que nos hemos comprado nos lo advierte. Entre eso y que están plagadas de Mercedes de segunda mano, podremos decir que estaremos "a Merced" de lo que pase. Pero, ¿quién puede resistirse a su milenaria historia y a su riviera de aguas cristalinas? Albania será, sin duda, el pequeño gran tesoro turístico que aún poca gente conoce.
Y finalmente, cerraremos el círculo volviendo a Bulgaria: El monasterio de Rila, la costa del Mar Negro, la cultural Plovdiv, la enigmática Belogradchik, un bosque de piedras, ... ¿Cuántos mágicos lugares conseguiremos ver si somos capaces de descifrar los letreros en cirílico? Cómo era... la 'P' era una 'R', la 'C' una 'S', la 'H' una 'N'... Bueno, donde ponga "ресторан" es que se da "de comer y beber", ¿no? ¿O debería decir 'sí' para decir 'no'? ¡Que aquí el movimiento de cabeza va al revés!
Muchos pensarán... ¡¡vaya aventureros que estáis hechos!! Y la verdad, tenemos que reconocerlo, este viaje tiene mucho mérito: ¿Será por la diversidad cultural entre católicos, musulmanes y ortodoxos? ¿Sera por los cuatro idiomas, la escritura cirílica y tres monedas diferentes? ¿Será por si nos atraca algún albano-kosovar? ¡¡Nada de eso!! El mérito radica en haber conseguido entender las recomendaciones de viaje del que debería llamarse Misterio de Asuntos Exteriores (que no Ministerio): cada día, y han sido muchos, han redactado de forma diferente los requisitos pandémicos de nuestros cuatro países de destino y ni teniendo silla en la RAE uno conseguiría descifrar los requisitos para cada uno de ellos. Hasta el último momento nos han mantenido la esperanza de que fuera suficiente el pasaporte COVID (pero que finalmente no sirve ni para hacerse un avión de papel por ser digital) y no hemos conseguido evitar que nos rasquen el cerebro con un bastoncillo para hurgar fosas nasales.
Así que, con la mochila preparada, el pasaporte nuevo ansioso de matasellos y el código QR que confirma que somos muy negativos... estamos más positivos que nunca para comenzar nuestro viaje por los Balcanes. ¡¡Comenzamos!!
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