Con inmensos viñedos a un lado y nuevas urbanizaciones de residencias de verano para los jubilados de la Merkel, buscamos a alguien a quién preguntar dónde se encuentra un curioso sitio que buscamos. Finalmente, encontramos a la cartera del pueblo que, tras luchar con nuestro mapa y conseguir meter su permanente morada por la ventanilla del coche nos indica dónde están las tumbas antropomórficas que buscamos: en Balatonbudvari. Se trata de un cementerio con tumbas con formas de corazón, del cual se desconoce su procedencia y de cuyo estilo no se ha encontrado ningún otro ni dentro ni fuera del país. Será por lo del apetito en las vacaciones, pero yo sólo veo que tengan formas de manzanas y naranjas. ¿Habra alguna con forma de doble cheese-burguer?
Continuando la carretera llegamos a Tihany, una pequeña península que divide el balatón en dos y que es reserva natural. Es un pueblo encantador, con muchas casitas típicas y tiendas donde comprar artesanía y recuerdos. O también puedes hacer como Pablo, que por poco se compra un salchichón de corcho (aunque con un poco de mayonesa seguro que entra). Eso sí, elegir el restaurante es importante, porque a ver quién vuelve diciendo que ha comido en un restaurante que se llama 'Kakas Csárda'... Hay muchas tiendas donde comprar productos artesanales, y, cómo no, picamos con los tres más típicos de la zona: unos jabones de lavanda, que abunda en la zona; un bote de paprika (pimienta), que es el producto estrella de la cocina húngara; y, mazapán húngaro, que lo elaboran de colores para hacer diferentes figuritas. La duquesa de Alba se daría un atracón de figuritas de Goofy.
Nuestro siguiente destino es una ciudad cuyo nombre suena a crema hemorroidal: Veszprém. Es una ciudad bastante grande, con un centro histórico muy cuidado y con grandes bloques comunistas en los alrededores. Visitamos la zona del castillo, en donde subimos a la torre del fuego por unas escaleras marea-mirandesas... Desde lo alto se ve toda la ciudad, especialmente las buenas calidades de los tejados. De nuevo, la mujer de la entrada nos dice 'Hello, Hello', cuando nos vamos... Esto empieza a parecerse a un problema de salud nacional.
Si David el Gnomo hubiese desayunado todos los días un par de Danoninos, seguro que viviría en Oskü. En esta localidad hay un 'Templom' con forma de champiñón gigante. ¿Cómo os quedáis? Pues eso no es nada...
Nuestra ruta de hoy termina en un pueblo impronunciable, Székesfehérvár. Un mes practicando para ser capaces de leerlo y resulta que se pronuncia diferente: Sikeshfejirvar. Este nombre tan complicado (que necesita de señales de tamaño XXL en carretera), significa 'la sede del castillo blanco', que fue el castillo donde vivió el padre de San Esteban, el primer rey húngaro. Por ello, se dice que es el pueblo más antiguo de Hungría, aunque del castillo ya no queda nada.
En la ciudad hay multitud de edificios barrocos y curiosas esculturas, como una fuente turca, el orbe del rey, un arlequín entre dos edificios, unos niños jugando, un reloj de flores... pero una de las más entrañables es la de la 'Tía Kati', una mujer del pueblo que iba con su carro arriba y abajo, vendiendo sus productos a la gente.
¿Qué mejor forma de terminar el día que yéndose de compras? ¡¡Pues dicho y hecho!! Aprovechando que hay un centro comercial en plena ciudad, los florines nos arden en el bolsillo. Primero, Pablo que pone coqueto en una peluquería; después compramos unas gafas y ropa; y finalmente cenamos en un asiático. ¿Quién dijo que para viajar por el mundo se necesita saber idiomas? Lo mejor es llevar la lengua al gimnasio Florines First, ya veréis como os entienden. Ahora sí, toca descansar, así que nos vamos directos a Vadaszkurt Panzió.
Vamos, chicos, a disfrutar de este viaje maravilloso. Nosotros hemos llegado ya de París, vuestras recomendaciones nos han servido de mucha ayuda, así que gracias de nuevo.
ResponderEliminarOs veo por el blog. Me encanta la foto de Pablo con el flotador, jajajaja.
Susana