Hoy pondremos el brochecito de oro a la lista de monumentos Patrimonio de la Humanidad que llevamos visitados durante estos catorce días de viaje. La Cité de Carcasona es uno de esos monumentos que todo el mundo asume habremos ya visitado, dado nuestro gusto por viajar y por lo cerca que está. Sin embargo, hasta hoy, nunca nos habíamos acercado al Aude, el departamento en el que se encuentra.
Después de aparcar, nos acercamos caminando y vamos viendo poco a poco la envergadura de esta ciudad amurallada. Cuando la ves en las fotos parece enorme y, la verdad, no decepciona, porque es un recinto realmente grande. Hasta ahora, en ningún lugar del viaje hemos visto gran afluencia de público y, sin embargo, aquí sí que vemos algunos autobuses que llegan repletos de gente. Aunque, por otro lado, pensamos que dista mucho de la afluencia de turistas en la era pre-covid.
Atravesamos la Puerta Narbonense y cruzamos su doble muralla, para adentrarnos en la fortificación medieval. En realidad, aquí hay una mezcla de estilos ya que desde antes de los romanos muchos han sido los pueblos que han pasado por Carcasona. ¿Y qué la hace valedora del título de la UNESCO? ¿Sus murallas medievales? ¿Sus bonitos torreones y puertas? ¿El empedrado del suelo? Pues por todo ello pero, curiosamente, no por ser antiguo, sino por haber sido restaurado en el siglo XIX. El arquitecto francés Viollet-le-Duc se dedicaba no sólo a restaurar, sino a mejorar conjuntos monumentales... y es lo que hizo aquí. Arreglando, mejorando e inventándose algunas partes, consiguió que Carcasona luciera mucho más exuberante que lo que nunca antes había sido. Es como si coges el Ecce Homo de Borja y obtienes unas Meninas, pero en arquitectura.
Sabiendo esto, uno pone en duda el valor histórico de lo que ve, y más aún cuando paseando por sus callejuelas descubres que han puesto un pasaje del terror y un museo de la inquisición. ¿Y la visita? Resulta que ahora, debido al coronavirus, sólo se puede dar un paseo por las murallas, ya que el castillo no está abierto por seguridad sanitaria. Así que, entre que está un poco tuneado, que pagas por subir a la muralla, que hay muchas tiendas de souvenires y restaurantes... ¡¡bienvenidos al parque temático!!
Aún y con todo, visitar la Ciudadela de Caracasona es una bonita experiencia. Pasear por sus calles empedradas, entrar a la basílica gótica, ver las vistas desde lo alto... merece la pena y mucho. Es un verdadero de castillo de cuento de hadas, y, si le echas imaginación no sabes si en alguno de sus torreones está Rapunzel o si al doblar la calle vas a encontrar a los últimos cátaros tomando cerveza.
Carcasona, no es sólo la Ciudadela, sino que también tiene una ciudad para visitar. Damos un paseo y aprovechamos a comer a eso de la una. En Francia se suele comer pronto, en torno a la una, hasta el punto de que cierran todas las tiendas aproximadamente de una a dos del mediodía. No intentes comprarte unos zapatos a la una y cinco porque es imposible, mejor a las tres en plena digestión.
Y dejamos ya Caracasona para ir al que será nuestro último destino turístico: Perpiñán. Estamos ya en el departamento de los Pirineos Orientales, el que hace frontera con España y Andorra. Los nacionalistas catalanes llaman a esta zona la "Cataluña del Norte", y no andan desencaminados porque esta zona siempre ha pertenecido a España hasta que en 1659 se le "regaló" a Francia. La comunidad autónoma catalana podría tener hoy cinco provincias... pero bueno, por lo menos seguimos teniendo el exclave de Llívia, que fue lo que se pudo "rascar" del Tratado de los Pirineos.
Hasta ahora, todas las ciudades y pueblos que hemos visitado tenían un "algo francés" común. No sabría decir qué es, igual los elegantes edificios decorados de color arena, igual las fuentes ornamentales, igual las contraventanas de los edificios, o igual el hecho de que apenas hay bancos para sentarse. Pero en Perpiñán hay algo que ha cambiado... es más catalana. Ya no sólo por los bonitos edificios de estilo gótico catalán, sino también por las coloridas casas que se asemejan más a Girona que a Narbona.
De hecho, uno de los edificios más importantes de la ciudad es el Palacio de los Reyes de Mayorca, un reino previo a la integración dentro de la Corona de Aragón. Es una lástima porque queríamos visitarlo por dentro, pero son las seis de la tarde y ya está cerrado.
Pasamos las últimas horas del viaje paseando por esta ciudad... dándonos un poco de pena porque este viaje a la costa mediterránea francesa está ya a punto de terminar. Sólo nos queda una última noche de hotel, donde descansar para emprender mañana el viaje de regreso... y mirando hacia atrás hacer balance de todo lo vivido.