29 feb 2024

Llegada a El Cairo

Todos los viajes son especiales, pero éste, que coincide con que empieza en un día bisiesto, ya apunta maneras desde el principio. Para empezar, nada de dormir mal porque el vuelo salga temprano e inconscientemente repases si nos faltó meter algo en la maleta. Al contrario, acompañados por Sussana Griso, guardamos tranquilamente nuestras prendas de última tendencia de la década anterior en nuestras mochilas. Bueno, más que mochilas podríamos llamarlas gibas, porque, cual dromedarios, llevamos unas botellas de agua vacías que rellenaremos en el aeropuerto. Y es que, como buen destino musulmán al que vamos, el agua puede acabar siendo un radical laxante y eso hay que evitarlo.

De camino al aeropuerto, y sumergidos ya en un ambiente viajero, paramos a comer en un restaurante peruano, con comida muy rica pero quizá no muy acertada: patata rellena, estofado con patatas, gaseosa… todo lo más recomendable para estar hinchados durante las cuatro horas que dura el vuelo y poner a prueba ambos intestinos. Pero, ¡así somos nosotros!  

Llegamos a la terminal cuatro satélite con bastante tiempo de antelación y, pasado el control de seguridad, aprovechamos a rellenar nuestras botellas con rica agua de grifo de la sierra madrileña… exportación de líquido elemento en toda regla. Sin haber montado en el avión, ya empieza a haber cosas “raras”: lo primero es que en la propia puerta antes de embarcar nos inspeccionan el pasaporte y le pegan una pegatinita; ¿para qué? Pues, tan sólo para marcar que ya lo han mirado, pero que, a efectos prácticos, no sirve absolutamente para nada. Quizá había que justificar la contratación de al menos una de las varias personas de la empresa de seguridad desconocida que están en la puerta. Lo segundo que nos llama la atención es que, después de tanto control, hay unos policías nacionales en el finger justo en la puerta del avión... nunca antes lo habíamos visto… y a este paso va a haber hasta un guardia civil para acomodarnos en el asiento.   

Aún no han cerrado las puertas y Pablo ensaya con un tutorial de youtube cómo hacerse un turbante con un pañuelo. Para intentar pasar estos días desapercibidos nos hemos traído unos fulares para enredárnoslos a la cabeza y así protegernos del sol al más puro estilo árabe. Pero por ahora, más que mimetizarse, es parecer el único egipcio del pasaje, porque la mayoría de gente son turistas españoles que van a ser carne de crucero por el Nilo… demasiado gorro, camisa de lino y chancla de El Corte Inglés como para pisar la arena del desierto y la más que probable suciedad de las calles de las ciudades principales. De hecho, las chicas de la fila de atrás confirman que van con paquete turístico y nosotros confirmamos que son unas “paquetes” turísticas… porque en un momento dado dudan de si Egipto se encuentra en África, ya que, según le cuentan a otro pasajero, nunca han salido de Europa… y parece que nunca entraron en una clase de geografía. Las “catatúas”, que finalmente resultan ser mallorquinas, se tiran las cuatro horas hablando en catalán… ¡¡Menuda matraca!!

Después de atravesar todo el mar Mediterráneo, sobrevolamos tierra firme entrando por el Delta de El Nilo. Es ya de noche, y se aprecian miles de lucecitas por la que es la zona más fértil del país, y donde se concentra la mayor parte de los más de cien millones de habitantes que tiene el país. Hablando de lucecitas… en el avión nos fijamos que por fín han quitado el símbolo de prohibido fumar y ahora hay un símbolo de prohibido tener encendidos aparatos eléctricos como portátiles y tablets. Después de tantos años, era obvio que nadie se iba a sacar un pitillo dentro de la cabina, ¿no?

Pasadas las diez de la noche, hora local, aterrizamos suavemente en el aeropuerto de El Cairo… donde prevemos dormir tranquilamente unas seis horas antes de coger nuestro siguiente vuelo. ¡¡Ingenuos de nosotros!! Llegamos en autobús a un pequeño hall donde hay que pasar un control de pasaportes y que está lleno de gente, donde vemos los primeros burkas. Hay bastante caos, pero como llevamos los deberes hechos, nos ponemos en una cola de control de pasaportes. Detrás de nosotros está el que bien podría ser el hermano de Pérez Reverte con su mujer, y con el que hablamos sobre qué son unos papeles que la gente está rellenando… descubrimos que hay unas fichas a rellenar y que, dependiendo del color, son para nacionales o extranjeros. Desde que hace años una sabia azafata me lo recomendara, nunca viajo sin un boli… así que con buena caligrafía relleno las dos fichas. Hablando con esta pareja, nos dicen que no es necesario visado… y nosotros les decimos que sí y que, lo solicitamos online hace una semana introduciendo todos y cada uno de los datos que exigen para su concesión. El hombre, que no la había sacado, se va a una máquina expendedora, paga los 25 dólares americanos (sí, ¡Dólares!) y nos enseña el visado que parece una tarjeta del monopoli… ¿Osea que yo revisando letra a letra del pasaporte no vaya a ser que nos denegasen el visado online y aquí te puedes sacar un taco de visados previo pago? Muy últil es el visado egipcio, sí. Ya con el policía de fronteras, se pone a revisar el visado impreso, la hojija rellena, a teclear, a hojear el pasaporte y, tras un larguísimo rato, estampa la entrada en el pasaporte y se queda con todos los papelajos… ¡¡que espero sean para reciclar!! Si le llego a poner que soy Madonna y que vengo acompañado por Taylor Swift (“la sastra rápida” para los amigos), ni se habría dado cuenta.

Bueno, pues ya está todo, ¿no? Ah, no… que hay un arco de seguridad para salir de la zona de seguridad… ¡¡pero si es salir!! Ostras, y ¡¡llevamos dos litros de agua por barba!! Con aparente tranquilidad vamos a pasar las mochilas por el escáner y el de seguridad nos indica que no… que no nos las quitemos de la espalda… si hubiésemos venido con gasolina de 98 octanos, tampoco habría pasado nada. Bueno, pues ya estamos en la terminal… pero no hay tiendas, ni mostradores, … sólo dos stands de operadores de telefonía… que nos vienen como anillo al dedo. Nos hacemos con una tarjeta de Vodafone para no pasar estos días por una sequía de conectividad… y adivinad… ¿fue un proceso rápido o lento? Incluyendo que dos egipcios se intentaron colar por ambos flancos y que tuvimos que ponerlos en su sitio… fue sorprendentemente lento. Fotocopia el pasaporte, saca un cartoncito con la SIM y se pone a escribir en el ordenador… lo menos El Quijote y sin entender la lengua romance. Valoro seriamente solicitar un alta de fibra y televisión con Netflix, HBO y Disney+ para ver qué cara pone… 

Con la conectividad 4G funcionando, abordamos nuestro siguiente reto: encontrar dónde facturar nuestro siguiente vuelo. En el hall hay unos cuántos hombres ofreciendo taxis insistentemente y uno de ellos, al que no conseguimos esquivar, nos acaba sacando lo del siguiente vuelo y nos dice que tenemos que ir a la terminal de al lado. Desconfiamos, y preguntamos a la policía turística, que llama al de los taxis para que nos de las indicaciones… ¿pero aquí quién tiene la oposición? Venga, pues salimos a la calle… y menuda marabunta de gente que supuestamente está esperando a pasajeros de otros vuelos. ¡¡Ah, que ese edificio es la terminal 1 pero sólo de llegadas!! El nerviosismo va in crecendo cuando empezamos a ver que somos incapaces de encontrar la terminal de salidas. Vemos a lo lejos un edificio donde pone que es de salidas de vuelos domésticos… con todos sus accesos bloqueados. Con el riesgo de que le tenga que dar una propina a Euríbor + 5% le pregunto a uno que está por allí y nos indica que tenemos que ir a un edificio que está detrás de otro tercer edificio donde también pone “Terminal 1”. No comments. Por unas puertas en las que hay predominantemente mujeres con burka empujando carritos con maletas enormes, nos disponemos a pasar ¡¡Otro arco de seguridad!! ¡¡Ay, el agua!! Pasamos la mochila por el escáner, pitamos en los arcos de metales… y pasamos como si nada. Siguiendo las indicaciones pasamos por un pasillo en el que hay algunas oficinas con hombres sentados en despachos donde no hacen absolutamente nada… para llegar al hall que tenía las puertas exteriores bloqueadas… y con otro control de seguridad. Como quedan aún unas horas para nuestro vuelo, no nos dejan pasar.

De las siete horas que teníamos hemos perdido ya casi tres… así que nos disponemos a cenar. Empanada de atún, fritos barbacoa, fruta y palmeritas de chocolate del AhorraMas de cerca de casa, que compramos, nos saben a gloria. Con el estómago reconfortado, buscamos unos asientos donde tumbarnos a intentar dormir un rato. Mientras se me clavan los huecos de los asientos entre las costillas reparo en que, el hilo musical del aeropuerto al más estilo Doctor Zhivago, se compone de una única canción, que suena de forma repetida. Cuando ya la he oído una treintena de veces y estoy a punto del delirio, oigo a Pablo tatarearla. ¡¡Que risas pero qué poca capacidad para echar un ojo!! A las cuatro de la mañana, nos dejan, por fin, cruzar el control de seguridad y ya pasamos olímpicamente de preocuparnos del agua. Y, efectivamente, ningún problema.

Facturamos en el mostrador y con la tarjeta de embarque aguardamos para pasar… ¡¡Otro control de seguridad más!! Pero vamos a ver… ¿los escáneres de rayos X estaban en oferta o qué? Un grupo de turistas mejicanos que viajan en nuestro vuelo nos amenizan la espera con sus ocurrencias y torpezas… hasta que toca pasar el control. Con nervios cero, pasamos y uno de seguridad me llama y me indica que hay algo en la mochila… ¡¡Ya está, el agua!! Ah no, que no le han gustado las tijeras de uñas que llevo en el neceser pero no dice nada de la botella de dos litros que podría tener ácido sulfúrico… y encima, perdonándome la vida, me indica que las guarde como si me estuviera haciendo un favor.

Después de tantos rayos X seguro que la ropa interior de la mochila ya es radioactiva y el agua se ha ionizado y cura el reuma… pero oye, hemos conseguido montar en el avión de AirCairo que nos llevará hasta Aswan… y donde, ahora sí, caemos profundamente dormidos. Si el viaje de ida ha sido así de intenso… ¡¡La que nos espera!!

28 feb 2024

Introducción y ruta

Frío, lluvia y viento... Ay, ¡qué duro es el invierno en la meseta! ¿Y si nos vamos unos días a algún destino cálido donde hacer un paréntesis de esta desapacible estación? ¡¡Venga, que tenemos nuevo destino!! ¿Y a dónde nos vamos? Pues, a un destino donde hay cruceros pero no por el mar, donde el papel higiénico se viste y donde se escribe con pájaro, ojo y tinaja. Sí, ¡¡nos vamos a Egipto!! "Pero, ¿cómo? ¿Con lo viajeros que sois aún no habéis estado allí?" se preguntarán muchos... Pues a la "preguntita" diremos que no, pero no porque no hayamos querido... En el 2020 lo teníamos organizado pero no pudimos por la pandemia. Así que, esta vez sí, en vez de Pfizer o Moderna, ¡estamparemos un hermoso "Egypt Entry" en el pasaporte!

El viaje comenzará volando hasta El Cairo, capital del país y donde dormiremos algunas horas hasta embarcar en el vuelo que nos llevará hasta Asuán. Esta ciudad famosa por su presa, esconde algunos tesoros que tuvieron que ser trasladados por la misma. Afianzando nuestras dotes de regateo cogeremos un taxi que nos lleve hasta la isla de Philae, donde visitaremos el templo donde se dice que estuvo el Arca de la Alianza. Éste también será nuestro primer contacto con el Nilo, que, aunque ya no sea el río más largo del mundo, sí será el eje vertebrador de nuestro viaje.

Recorreremos Nubia en autobús para llegar casi hasta la frontera con Sudán, donde se encuentran los templos del faraón Ramsés II y su esposa más amada Nefertari, en la instagrameable Abu Simbel. De vuelta a Asuán cogeremos un tren hasta la capital del Imperio Nuevo del Antiguo Egipto, ¡¡Luxor!! Los grandiosos templos de Karnak y Luxor, el Valle de los Reyes y el de las Reinas, el Templo de la reina con cuyo nombre escupes (la faraona Hatchepsut)... alguna talaverana diría que ya estamos otra vez "viendo reyes muertos". Pero, ¿a quién no le sube la adrenalina cuando te visualizas entrando en la tumba de Tutankamón?

Nuestra última etapa nos llevará de vuelta a El Cairo... ¡otro plato fuerte! ¡Sí!, ahí están las Pirámides de Gizah y ¡sí!... ¡¡vamos a entrar en ellas!! Ya nos visualizamos al más puro estilo Indiana Jones, aunque como aparezca alguna momia seguro que salimos huyendo más bien como Tadeo Jones. Y si las únicas maravillas del mundo antiguo existentes con su esfinge agatada nos saben a poco, visitaremos también las pirámides precursoras de Saqqara, ¡¡más antiguas si cabe!!

Pero El Cairo es más que sus pirámides... El Gran Museo Egipcio, la Ciudadela de Saladino, Mezquitas y el barrio copto nos aguardan, entremezcladas con un caótico tráfico y una forma de vida radicalmente opuesta a la nuestra. Algo me dice que no va a ser el viaje más limpio, porque si Cleopatra se bañaba con leche de burra, habrá que ver cómo está el agua. Habrá que tener cuidado con la comida y salpimentarla con Fortasec. Y habrá que tener paciencia con la arraigada costumbre de pedir propina por todo. Así que nos encomendaremos a Horus y a Amón-Ra para que nos protejan en esta aventura por la civilización egipcia. Que vamos por libre... ¡¡y por libra!! La libra egipcia, claro...

¡¡Toca desempolvar el niño egiptólogo que todos hemos tenido alguna vez!! ¡¡Empezamos!!