13 oct 2017

Un paseo por Fatehpur Sikri

En Italia deben de estar regalando estancias sólo para estar dentro de nuestro hotel con las galletas; si no, no me explico que durante el viaje apenas hayamos visto turistas italianos y que ayer hubiese una veneciana un poco alocada desayunando y hoy entren otros cuatro compatriotas de la Nazione.

Durante el día de hoy tenemos la intención de visitar Fatehpur Sikri, una población a unos 35 kilómetros de Agra. Ayer preguntamos a Dana a ver cómo podríamos ir, y nos aconsejó un coche privado por 1.500 rupias. Se ve que no saben con quién están tratando, porque nosotros sabemos que hay un autobús que por persona y trayecto sólo cuesta 40... Así que, como no nos la han dado con cilantro, nos intentan cobrar de más, con lo que tampoco picamos. ¡¡Pero qué pillines!!

Salimos del hotel rural y en la puerta nos cruzamos con dos vacas y otra de camino. Si fuera siete de julio podríamos improvisar un San Fermín. También hay unos cerdos sueltos y unas cabras, si fuera 24 de diciembre estaríamos en un belén viviente.

Estamos de racha y enseguida acordamos un precio con un tuc-tuc para llegar hasta la estación de autobuses de Idgah. El conductor, muy pillín él, nos pregunta a dónde vamos a ir desde allí, para hacernos el lío... a lo que le digo "it's a secret"... según Pablo le he dicho la verdad, pero con la información encriptada, ya que vamos a Fatehpur Sikri.

La estación viene a ser un aparcamiento cerrado mal organizado y con un hombre hablando por el altavoz. Se ve que no dice nada útil, porque a cada uno que le preguntamos nos indica un autobús diferente... ¡¡y resulta que es el único que terminará saliendo!! Somos los primeros en montarnos y elegimos en primera fila, para poder ver la maraña de cables, botellas colgando, falta de parachoques y hasta nos enseña el motor abriendo una trampilla... esto acojona hasta al Hombre de Negro. Como no sale hasta llenarlo, el conductor se pasea gritando el destino. Vemos despistados a dos coreanos mayores, un perroflauta, un canadiense y otro occidental, que sabemos que acabarán en nuestro autobús, algo que se termina confirmando.

En los autobuses, además del conductor, viaja el cobrador. En esta ocasión nos ha tocado un joven risitas y muy sobrado... que se lo hace encima cuando a mitad del camino paran el autobús dos inspectores. No sé muy bien si es que había performance incluida, pero tras diez minutos de discusión y risas, continuamos como si nada hubiera pasado.

Y por fin, llegamos a la antigua ciudad mogola de Fatehpur Sikri. Tras dejar las mochilas en el bar de la estación y comprar agua, el primer lugar al que nos dirigimos es la mezquita Jami Masjid. En su interior hay un mausoleo de mármol blanco, donde la gente ata cuerdas de lana en una celosía para que les dé suerte.

Un joven, que dice ser descendiente de los escultores que hicieron parte del templo, nos pide que le cambiemos monedas de euro que tiene bien por billetes de euro para cambiarlos en el banco, bien por rupias. Como no nos cuesta nada accedemos... aunque luego unos niños vienen a pedirnos monedas justo como las que acabamos de cambiar. Puede que estuvieran compinchados, pero si fuese así no consiguen su objetivo. Es curioso que los pocos niños que piden insisten sin parar seguramente porque se lo han indicado así; sin embargo, basta con hacer un pequeño juego o susto, para que recuperen las ganas de jugar propias de su edad.

Después de la mezquita, visitamos el complejo palaciego que construyó también el rey mogol Akbar, y que forma parte también de este lugar Patrimonio de la Humanidad. Hay muchas salas de audiencia y pabellones, de los cuales destaca el Panch Mahal desde donde las doncellas jugaban al juego que acabó denominándose "parchís". ¡¡Quién iba a pensar que se inventó aquí!!

En este viaje hablamos con el primero que pasa... y una conversación que nos deja todo locos es la de un inglés bastante educado que nos cuenta que huyendo del frío británico lleva viajando por la India la friolera de cuatro meses. ¡¡Cuatro meses!! Le digo que se va a tener que quedar a vivir aquí, a lo que me dice que se quiere retirar en España. Pues menos India y date prisa que el brexit es inminente.

Volvemos a Agra en otro autobús, esta vez con aire acondicionado que nos cuesta unos 0,25 euros más... estamos derrochones. Y como vamos sobrados de tiempo buscamos un sitio donde comer y cenar todo en uno, terminando finalmente en un bar que pretendiendo ser elegante roza lo gitanorro. Después, de nuevo a la estación, donde cogemos nuestro último tren: Nueva Delhi será nuestra última estación.

Nuestros dos últimos días transcurrirán en la capital india. El camino hasta el hotel nos da una primera impresión ligeramente mejor al resto de las ciudades. Incluso la calle del hotel, abarrotada de neones de los hoteles y con cierto aire a Bangkok u Hong Kong, parece que le da un aire más cosmopolita. Tenemos 48 horas para comprobarlo en esta nuestra última etapa.

1 comentario: