La catedral ortodoxa con sus tejas de tonos verdosos es la más alta de país y se sitúa en la cabecera de la plaza de la Victoria, llena de jardines y elegantes edificios de principios del siglo XX. Al final de la plaza se encuentra el Teatro Nacional, pero no es el único... Timișoara es la única ciudad de Europa en la que hay tres teatros nacionales en los que se representan obras en idiomas diferentes: rumano, húngaro y alemán. En turismo una discípula de Carmen Moraru muy comprometida con su trabajo nos explica los movimientos migratorios que ha habido en la ciudad y, al vernos interesados en la historia y patrimonio de la ciudad, nos da todo tipo de detalles.
Seguro que nadie podría pensar que esta pequeña gran ciudad ha estado siempre adelantada a sus tiempos. Por ejemplo, fue la primera ciudad de Europa continental en tener sus calles alumbradas con luz eléctrica (París fue la primera en poner algunas farolas, pero no un sistema completo de alumbrado). También fue la primera de Rumania con tranvías tirados por caballos, con trafico fluvial regular, con tranvía eléctrico, y una de las primeras ciudades europeas con transporte público. Y otro récord muy interesante es que aquí está la fábrica de Timișoreana, la cerveza más antigua de la actual Rumanía.
Tras el periodo comunista el progreso se debió de congelar en el tiempo y ahora está experimentando un nuevo despertar, pues se están restaurando las fachadas de los edificios y repavimentando las calles. Dentro de pocos años las plazas de la Libertad, de la Unión y de la Victoria, serán de obligada visita para los japoneses 'cámara en mano'.
Iniciamos una nueva sección del viaje en dirección al este. Abandonamos la ciudad hermanada con Trujillo y pasamos por Recas... Si el otro día estuvimos en Argés, ¿cuándo toca un Guadamur rumano? Como tenemos tres horas de coche, decidimos comer durante el trayecto, así que miramos a ver de qué disponemos: hoy el menú es caviar con gusanitos ¡¡somos los MacGyver del estómago". "Saca más" dice Pablo, "es lo que nos queda" respondo. Ah no, que estamos pasando por Săcămaș.
De nuevo en Transilvania y tras ver que hay un incendio en una fábrica en Deva ('la Deba del Este', digo yo), llegamos a Hunedoara, donde se encuentra el Castillo de Hunyad o de Corvino. Este castillo perteneció a los reyes de Hungría y después a los príncipes de Transilvania. Aquí se dice que estuvo preso el mismísimo Drácula. Es una de las joyas turísticas de Rumanía, y se ve que también del cine, porque están grabando algunas secuencias de lo que pensamos es una película de Bolywood, ya que los actores parecen indios. El interior del castillo no merece mucho la pena, salvo por ver, en lugar de un dragón, la ogra de la fortaleza: una mujer grandota que camina lentamente y que te bloquea los pasillos. Es ogra de ir a otro lugar...
Hacemos una breve parada en Câlnic donde visitamos una iglesia fortificada sajona, que también es Patrimonio de la Humanidad. Acabamos el día en Alba Iulia, la que fuera capital de Transilvania durante más de 150 años. Todos los monumentos se encuentran dentro de la ciudadela que, a pesar de sus 300 años, está casi como nueva. Mientras tomamos una limonada para sofocar los 35 grados de calor, paseamos junto a la catedral ortodoxa y la católica. ¿Y por qué hemos venido a esta ciudad? Pues resulta que tiene una gran importancia dentro de la historia de Rumanía: aquí el rey Miguel el Bravo unificó los tres principados de Valaquia, Moldavia y Transilvania hace 400 años, y, después de uniones y separaciones, aquí se decidió también en 1918 que Transilvania formara parte de Rumanía, lo que se celebra desde entonces como el día de la Unificación.
Menuda mezcla de fronteras, culturas, idiomas, capitales y fechas hemos tenido hoy. Esto se digiere sólo con una buena cena y un bebida bien fría. Y luego a reposar en una casa rural a las afueras... que el gallo tarde en cantar, ¿eh?
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