Llegamos al Burg Al Arab, o mejor dicho, a las cercanías de la isla artificial en la que se encuentra. Es uno de los edificios más representativos de la ciudad, y no es para menos, porque, en directo, es más espectacular si cabe. Eso sí, lo de que es el único hotel de siete estrellas no es más que un mito, pues no existe esa categoría. Una diferencia de dos estrellas es importante en el hotel Nais de Nis, pero en este 'cinco estrellas - lujo' seguro que ni se nota. Lo que sí que se nota es el color azul del mar y lo clara que está la arena, ¡¡todo un paraíso!!
Otra cosa respecto a lo que uno es incrédulo hasta que lo ve con sus propios ojos es que las marquesinas de los autobuses tienen aire acondicionado. Con los 39 grados que hace hoy, es un auténtico alivio esperar al autobús, y si se retrasa un poco tampoco importa... ¡¡tenemos las glándulas sudoríparas agotadas!!
Siempre que pensamos en Dubái nos vienen a la cabeza los extravagantes rascacielos y los terrenos ganados al mar con formas caprichosas. Sin embargo, recorriendo Jumeirah Road, reparamos en que hay muchísimas mezquitas, todas de reciente construcción. Hay una mezquita cada pocas manzanas, todas muy bonitas y algunas extraordinarias como la iraní o la de Jumeirah de cuatro minaretes. Otro tipo de templos, mucho más mundanos pero igual de espectaculares, son los centros comerciales. Visitamos 'Il Mercato', que está inspirado en la arquitectura italiana. Sí Mahoma no va a Italia...
A mucha distancia del Burj Khalifa para que sus 828 metros quepan en el objetivo de nuestra cámara de fotos compacta, toca buscar en google cómo se dice adiós en árabe... ¡¡maʿa s-salamah Dubái!! El tiempo se ha agotado, así que regresamos al aeropuerto, donde un Boeing de Emirates surca los desiertos de Arabia Saudí, la costa de Egipto y el mar Mediterráneo para poner punto final en el aeródromo madrileño a nuestras vacaciones estivales.
Una mezcla de jetlag, cansancio y síndrome postvacacional, hace que no seamos del todo conscientes del magnífico viaje que ha sido ir a Dubái y Japón. Toca descansar, y, mañana, con la mente más despejada, haremos balance. ¿Cuáles serán nuestras conclusiones?
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