El autobus 46 nos lleva hacia el centro, y, pensando que nos va a dejar en el casco histórico, resulta que no, que sólo se aproxima y luego vuelve a alejarse. Pero, ¿dónde está todo el meollo? Cuando vemos que ya nos hemos salido del mapa decidimos bajarnos y volver en sentido contrario, y, esta vez sí, nos bajamos en lo que pensamos está más cerca del centro. Al menos, es como si hubiésemos cogido el bus turístico, pero modalidad Suburbios Sightseeing.
Empezamos la visita por el puente verde, donde se han conservado cuatro esculturas soviéticas que representan los pilares de la economía: Agricultura, industrica, ingenieros y soldados (¿Y los mercados? ¿Dónde están los mercados? Si hubiese que hacer un puente equivalente en la actualidad, ¿pondrían a Estándar&Pobre, Moody's y Fitch?). El contrapunto 'romántico' a la seriedad soviética está en ambas riberas del río Neris: en un lado se puede leer ‘yo te quiero’ y en el otro lado ‘yo también’.
El casco histórico de Vilnius se declaró Patrimonio de la Humanidad en 1994 y es que combina gótico, neoclásico y un impresionante barroco tardío (esto no es de producción propia, como me pille la SGAE), y el resultado es espectacular. De hecho, quizá haya demasiadas iglesias. Los propios vilneses dicen que en esta ciudad 'uno siempre está al lado de una iglesia'.
En frente del campanario está la estatua de Gediminas, todo un héroe nacional que representa la predilección por la diplomacia en lugar de la fuerza. Este Gran Duque fue el que llevó la capital de Lituania a Vilnius, así que, aquí es tan querido que mucha gente pone 'Gediminas' como nobre a sus hijos barones. Bueno, al fin y al cabo, España está llena de Isabeles, Fernandos y Juan Carlos. En la misma plaza, damos tres vueltas a una baldosa donde pone 'stebuklas' (milagro) con la esperanza de que el deseo que pidamos se cumpla.
¿Sabíais que dentro de Vilnius existe otra república? Igual que El Vaticano es a Roma, La República de Užupis es a Vilnius. Otros lo llaman también 'El Montmartre de Lituania'. El distrito de Užupis (significa ‘detrás del río’) tiene sus propias tradiciones, puntos de frontera y hasta su propia constitución (que incluye artículos como ‘todo el mundo tiene derecho a no entender nada’, 'el perro tiene derecho a ser perro' o 'todo el mundo tiene derecho a cometer errores'. En el río que hace frontera con la 'república' se haya uno de los símbolos más fotografiados: la sirenita.
Hemos hecho hambre y toca reponer fuerzas. Siguiendo el consejo de varios blogs de internet, vamos al restaurante Forto Dvaras, donde probamos comida típicamente lituana: una sopa de remolacha llamada Salti Barsciai, pan frito con ajo, unos Cepelinai y un postre típico... ¡¡todo ríquisimo!! Además, la camarera habla un poco de español, porque estuvo estudiando en Valencia.
Y con Vilnius, ya hemos hecho el tres en raya báltico, pues ya hemos visitado las tres capitales. ¿Cuál es la mejor? ¡¡Difícil quedarse sólo con una!!
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